The new Newton

El nuevo Newton. Así lo definían los miembros de Pierre-Gilles de Gennes, nobel de física francés. A él se le atribuyen descubrimientos que han podido desarrollar las televisiones planas o el pegamento capaz de pegarlo todo. Ha fallecido el 18 de mayo de 2007 en Orsay. Tenía 74 años.

Pierre-Gilles de Gennes, premio Nobel de Física de 1991, cuyas investigaciones teóricas han encontrado numerosas aplicaciones prácticas de las que ahora disfrutamos como las pantallas de televisión planas de cristal líquido, falleció el pasado viernes a la edad de 74 años. Personaje iconoclasta, carismático, era un hombre de una infinita curiosidad que detestaba la pedantería y gustaba de trabajar colectivamente.

Cuando fue a recoger el premio que otorga la Academia Sueca, sus miembros le definieron como «el Isaac Newton de nuestra época». Él rechazó el halago, atribuyéndolo al «lirismo nórdico». Newton recordó entonces con humildad, a los 18 años había inventado el telescopio; a los 20, comprendido la óptica interferencial, y a continuación, la gravitación y el movimiento de los planetas. «Estaba a otra altura», zanjó.

Una de las paradojas de este hombre que, al final de su vida, fiel a su infinita curiosidad, se sumergió en la biología para estudiar los mecanismos del cerebro, es que, cuando le concedieron el Nobel, no se pusieron de acuerdo sobre cuál de sus descubrimientos citar, de tantos y tan distintos como eran. Finalmente, se lo concedieron por sus trabajos sobre la organización de la materia, los polímeros y los cristales líquidos. Concretamente por sus métodos en el estudio de los fenómenos en sistemas simples que pueden generalizarse hacia formas de materia más complejas.

Científico y pedagogo, era un librepensador, un sabio. Cubría un campo extraordinariamente amplio de la ciencia. Era también un gran divulgador. En realidad, Pierre-Gilles de Gennes era lo más parecido a un hombre del renacimiento que se pueda encontrar en nuestros días. Nuestro mundo está lleno de inventos derivados de su pensamiento: desde las pantallas planas de televisión a los relojes de cristal líquido o al pegamento capaz de pegar todo tipo de materiales.

Pero su formación intelectual fue todo menos académica. Nacido en París en 1932, pasó su infancia en un pueblo del interior de la Provenza. Su padre murió en 1941 y fue educado por su madre en el amor a la literatura y la historia. En un momento, incluso lo saco del colegio para que perfeccionara su cultura general en los pasillos del Museo del Louvre.

«La auténtica cuestión de honor, no es tener siempre la razón. Es atreverse, proponer ideas nuevas, y a continuación verificarlas. Y también, por supuesto, saber reconocer públicamente los errores». «El honor del científico», añadía, «es absolutamente lo contrario que el honor de don Diego. Cuando se ha cometido un error hay que poner la cara». Tal vez por ello, como explicaba ayer uno de sus colegas: «Tenía el sentido de lo que es importante y de lo que no lo es tanto».

Fue un gran divulgador. Recorrió escuelas e institutos y ejerció como profesor en las instituciones más reputadas de Francia. Era un pedagogo que se expresaba en términos comprensibles sobre las cuestiones científicas más complejas.

De Genes fue miembro de la Academia francesa de las Ciencias, dirigió la Escuela Superior de Física y Química Industrial de la ciudad de París hasta 2002, año en el que pasó a dedicarse a la enseñanza en el Instituto Curie de la capital.

Escrito por J. M. Martí Font, en El País, 24 de mayo de 2007

Era un gran científico que pasó a la historia no por sus descubrimientos, sino por ser el puente entre el conocimiento y el ser humano.

Pierre-Gilles de Gennes
Pierre-Gilles de Gennes
24.X.1932 – 17.V.2007

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